martes, 5 de junio de 2012

Hablemos de moda: Charles Frederick Worth.



El padre de la Alta Costura. Charles Frederick Worth.

Es opinión generalizada en Francia que sus valores espirituales de la creación y del buen gusto son lo que acaba definitivamente con la rivalidad histórica entre Inglaterra y Francia, que se hace notoria entre las dos exposiciones universales de Londres y París (1851 y 1855). La Exposición de París de 1855 subraya la importancia del elemento estético frente al económico-industrial que privaba entre los ingleses. Lo cierto es que ese espíritu francés, creativo y elegante, lleva a Charles-Frédéric Worth, con el socio sueco Boberg, en 1858, a abrir en París la primera casa de modas, creando los fundamentos de la Alta Costura, a la par que se organiza y desarrolla la industria confección. Estas innovaciones se propagan rápidamente por toda Europa, pero queda París consagrada como cuna de la Alta Costura y como centro universal de la moda. La moda francesa va a ser sinónimo de moda en general. Worth crea la Cámara Sindical de la Costura Francesa el año 1880.



Charles-Frédéric Worth abarca todo el primer tercio de esta moderna historia de la moda. Aprendiz, casi desde niño, su primer empleo profesional importante lo obtiene en París, a donde es llamado para ser el sastre de la emperatriz. En este trabajo Worth comienza a firmar sus vestidos: es la primera etiqueta de confección que contiene la firma de un creador de moda.
A partir de contar con su establecimiento parisino, despoja a la vestimenta de sus características arcaicas: suprime el miriñaque y recoge las faldas por detrás, formando una cola, definiendo la silueta femenina. Apoyado desde el principio por la emperatriz Eugenia, terminó vistiendo a toda la realeza europea de su época, a actrices como Sarah Bernhardt y Eleonora Duse; sus muchas clientas distinguidas gozaban literalmente entregándose a la sastrería de su salón, tal vez intuyendo, por su parte, el protagonismo de una nueva forma de vestir. Como inventor o pionero de moda, no cabe duda de su intuición para el diseño y su sensibilidad para las telas; cuestión, ésta última, que animó en gran medida la industria textil de Lyon y de toda Francia.

Nos vemos en el próximo post... 

H.

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